Dolor, desesperación, mi llanto no cesaba, mis manos estaban sobre el vidrio de aquella ventana de ese quirófano, la persona que he amado por más de lo que puedo decir está a punto de terminar con su vida y yo no puedo hacer nada.
Recuerdo el día que lo conocí, mi hermana le dio vida el 9 de agosto de 1997, estaba presente siempre que nacía o perecía alguien, era nuestro trabajo mantener el equilibro entre ambos reinos, el de la vida y la muerte. Recuerdo sus hermosos ojos color pistache con tanta vida que no podía dejar de admirarlo, era tan solo un bebé en ese entonces y ya me cautivaba, con el paso de los años lo vi crecer, jugar, correr, llorar y desgraciadamente también lo vi amar.